A veces crees que lo tienes todo claro: tus principios, tus amistades, tus supuestas certezas bien atornilladas. Hasta que un lugar como Alagoas lo revienta todo. Y no hablo de catástrofes naturales, ni de tumultos de turistas sacando selfies. Hablo de algo más profundo. Algo que toca fibra. Algo que te hace preguntarte: ¿y si he estado equivocado todo este tiempo?
Así que sigue leyendo si quieres que te remuevan un poco las entrañas. Si prefieres lo blanco o negro, la vida sin escalas de grises, este artículo no es para ti. Dale al botón de cerrar y busca algo más cómodo. Aquí vamos a hablar de dudas, de sacudidas internas, de redescubrimientos. De Alagoas, sí. Pero no como esperas que te lo cuenten.
Alagoas no es sólo playa: también es un espejo que no perdona
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Lo típico cuando buscas Alagoas en Google: dunas, playas de agua turquesa, jangadas, tapiocas, cocoteros hasta donde alcanza la vista. Y sí, todo eso existe y es un espectáculo. Pero eso lo encuentras en cualquier guía de viajes con cuatro fotos bien editadas.
Lo que no te enseñan es que entre los pasillos de Porto de Pedras, o en una charla de sobremesa en Piranhas, es donde te das de bruces con gente que te raspa el alma. Gente que no necesita nada más que una silla de plástico y una mirada honesta para devolverte preguntas incómodas. Del tipo que no te haces desde que eras un niño.
¿Qué quieres de verdad?, ¿con quién compartes tu vida por inercia?, ¿quién serías si no tuvieras miedo? Preguntas que uno entierra bien hondo cuando vive en piloto automático. Pero aquí, bajo el sol de Alagoas, salen como semillas locas que alguien decidió regar sin tu permiso.
No me dio una lección, me dio un bofetón
Te lo explico sin rodeos. Conocí a Antônia en Maragogi. 78 años. Ni un diente en la boca. Pero una sonrisa más genuina que cualquier selfie con filtro. Vendía mangabas (si no sabes lo que son, estás tardando) en un carrito medio oxidado. Me acerqué por curiosidad, y me fui hecho trizas.
“Tú tienes reloj, yo tengo tiempo”, me dijo después de preguntarme si yo era feliz realmente. Como si nada. Como si fuera una frase más con la que envolver una fruta tropical.
Ese día no pude dormir. Porque no supe responderle. Por dentro pensé: tengo un reloj que me mide las prisas, no los momentos. Tengo una red de contactos, no una red de afectos. Tengo estabilidad y un techo, pero me falta aquí dentro —apuntó al pecho— el fuego que hace que todo tenga sentido.
Y ahí lo vi claro. No era ella la que vendía mangabas. Era yo el que vendía mi tiempo por cosas que no valen nada. Y sin embargo, ahí estaba ella, libre y ligera como una palmera doblada por el viento.
Un vídeo que me removió aún más que las olas
Te dejo aquí un vídeo que encontré y que va perfecto con todo esto que estoy contando. Si no te remueve, revísate el pulso:
Esta historia resonó con lo que vi y viví en Alagoas. Las caras, los silencios, la identidad que late detrás de cada gesto. A veces necesitas mirar dos veces para ver lo invisible. Y si tienes suerte, una tercera para encontrarte a ti mismo.
¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que pusiste todo en duda?
Te invito a no esperar una próxima aventura costera para hacerlo. No todos tendremos la suerte de cruzarnos con una Antônia que nos despierte con una frase. Pero sí podemos buscar —o crear— esos momentos que nos cuestionen. Que nos hagan mejores. Que nos vacíen para volver a llenarnos bien.
Si vas a Alagoas, no lo hagas por postureo. Hazlo para encontrarte. Para perderte. Para dejarte tocar por una cultura que no tiene prisa, pero va directa a donde duele.
Y si quieres conocer más sobre el lugar sin adornos ni máscaras, te recomiendo visitar este portal turístico oficial de Alagoas, que aunque tenga el envoltorio institucional, ofrece rutas y experiencias más genuinas que las típicas de agencia.
Conecta con los que cuentan historias que no salen en las portadas. Atrévete a viajar hacia ti, aunque uses como excusa las playas de Alagoas.
¿Estás en Alagoas o planeas visitar? Escúchate, pero con el mar de fondo
Si sientes que este texto te ha puesto algo en movimiento, escríbeme, cuéntamelo. Y si estás por Alagoas y quieres vivir la cara menos turística y más humana del lugar, puedo ayudarte a encontrar esa experiencia que no sale en Google. Nada de tours prefabricados ni influencers haciendo poses. Historias reales para gente real.
Porque a veces solo necesitas estar en el sitio correcto, con la persona adecuada, para cuestionarlo todo… y empezar otra vez, mejor.